I Am Mother, film 2019

«I Am Mother»

Grant Sputore

Australia 2019

 

Debo de tener algún problema con las producciones australianas, porque me cuesta mucho conectar con ellas y con ésta no ha sido diferente. La historia es deliberadamente confusa sin ninguna necesidad. Si quieres contar algo, hazlo, no veo la utilidad del laberinto, en esta historia en concreto, que puede llevarte con facilidad a conclusiones falsas. Reconozco que he buscado en Internet y ahora me queda bastante claro, pero ya digo, una dificultad completamente absurda. Yo no voy a explicarla, porque es muy largo (*), solo apuntaré una sinopsis:

En un futuro postapocalíptico un robot se encargará de que una futura humanidad en embriones pueda ser viable.

Es una producción de coste bajo, con cierta elegancia en su parquedad de explicaciones, pero finalmente exasperante en su reserva de no contar la historia con claridad.

Nota:
La dificultad en entender la historia nos aparta del necesario acercamiento de valorar la validez del experimento. Por ejemplo: la suprema excelencia de una madre no garantiza la mejora de la humanidad. Padres perversos han tenido hijos benévolos y al revés, así como, un eminente filósofo estoico como Séneca instruyó (sin resultado) al psicópata Nerón. En conclusión: el darwinismo social es un atraso, así como cualquier tipo de ingeniería social: la gente no está determinada ni por su carga social, ni genética, solo condicionada.

(*) La clave está al principio. Cuando vemos el crecimiento de lo que nos parece una sola niña, lo que vemos en realidad es el crecimiento de tres niñas diferentes en distintos momentos del tiempo.

Upgrade, film 2018

«Upgrade»

Leigh Whannell

Australia 2018

 

La película es como dos cosas: una es una cinta típica y tópica de joven matrimonio feliz al que una noche atacan matando a la esposa y dejando al chico tetrapléjico. La lógica nos lleva a que el marido busque venganza por su cuenta porque la policía no parece estar por la labor, pero claro, si estamos a cero de movilidad no es posible.

Entonces entra la ciencia ficción. Estamos en un futuro próximo de pantallas ubicuas, de coches autónomos, de implantes atacantes (armas incorporadas en el brazo o estornudos asesinos), aunque esto último está en fase experimental.

Al chico de nuestra historia le proponen insertarle un microchip en la nuca, de momento no legal, que le permitirá moverse. Como así sucede, lo que permite al protagonista ir liquidando a diestro y siniestro a todos los malvados. Pero, sí, siempre hay un pero, la cosa que le han puesto en el cuello tiene su propia personalidad y, de hecho, es un ser en sí mismo necesitado de un soporte humano físico para completarse.

La cosa del cuello, que incluso tiene nombre, Stem, habla y se comunica con el protagonista con lo que da lugar a esas escenas (típicas y tópicas) de tengo algo dentro que habla conmigo. Al principio está planteado casi en plan gracioso y las habilidades que Sterm le proporciona a su huésped son ocurrentes y atractivas. Pero, después a los guionistas o al director se le vuelve la cosa demasiado dura, agresiva y oscura, de tal manera que no saben cómo acabar la película. Así pues, lo que hacen es ofrecernos dos finales simultáneos, algo así para que nosotros eligamos el que más nos guste, lo cual es altamente frustrante.

Es una producción australiana sencillita, pero hay pequeños detalles futuristas que la ponen un poco por encima de lo trillado y anodino. El actor protagonista es Logan Marshall-Green, que parece (no lo es) el hermano pequeño de Tom Hardy.

El problema de la representación (Tim Crane y Carl Sagan )

tema: ¿ es posible comunicarse con alienígenas ?


El problema de la representación
Tim Crane vs Carl Sagan
*
El profesor de filosofía en el University College de Londres, Tim Crane, al principio de su libro:
«La mente mecánica» -Introducción filosófica a mentes, máquinas y representación mental-
(The Mechanical Mind. A Philosophical Introduction to Minds, Machines and Mental Representation) 1995
Tim Crane
traducido por FCE en 2008
*

habla de  –el rompecabezas de la representación– y coge como ejemplo la placa metálica que lleva la nave espacial Pioneer 10

Crane demuestra cómo sería poco probable que cualquier forma inteligente, fuera de la raza humana, entendiese el significado de la placa. Es tan evidente, que parece imposible que no lo pensaran los que la pusieron 

Sería difícil aquí condensar lo que de hecho ocupa todo el libro. Pero simplificándolo mucho podría decirse que la «representación simbólica» de cualquier elemento está relacionada y conectada de forma profunda con la cultura, con la mente, que ha creado ese sistema simbólico y que se trata de un proceso más complicado de lo que parece.

Debemos recordar que, por ejemplo, los jeroglíficos egipcios solo fueron descifrados después de encontrar un «traductor» en la piedra de Rosetta. Mientras que los glifos de Mesoamérica siguen siendo un misterio a pesar de estar creados por personas como nosotros.

El conocido divulgador Carl Sagan (1934-1996) convenció a la Nasa para que la nave espacial Pioneer 10 llevara incorporada una placa con unas inscripciones simbólicas que pudieran ser interpretadas por seres de otras galaxias. La Pioneer 10 fue lanzada al espacio en 1972 , con el fin de alejarse infinitamente… y fue la primera sonda que atravesó el cinturón de asteroides y llegó hasta el planeta Júpiter. En 1983 atravesó la órbita de Neptuno. La última conexión fue en 2002. Desde entonces apenas se ha recibido una señal. Desde el 2006 no se sabe nada. Actualmente se supone que la nave se dirige hacia la estrella Aldebarán, en la constelación de Tauro, a dónde llegará dentro de 1.690.000 años.

Se me ocurre que la placa finalmente serviría para que la propia raza humana pueda volver a saber de sí misma después de miles o millones de años, cuando hayan tenido que salir de la Tierra y se encuentren olvidados de sí mismos en otros mundos.

Solaris (1961), Stanislaw Lem

«Solaris»  (1961)

Stanislaw Lem

ed. Impedimenta 2011/18, 292 pp.

 

Ésta es una novela mítica y destacadísima del género de ciencia ficción que no suele estar fuera de ninguna lista de mejores obras que se precie. Como de costumbre daré aquí mi singular impresión personal al margen de modas y teorías.

Solaris es un planeta inhabitable en el que la Tierra tiene instalada una estación de estudio para determinar sus singulares características: tiene dos soles y está constituido en su mayor parte por un océano gelatinoso que en sí mismo es una forma de vida incomprensible. El planeta lleva siendo estudiado desde bastantes décadas, así pues nos hallamos en un futuro más o menos lejano.

La historia se inicia con la llegada del científico y psicólogo Kris Kelvin a la estación de Solaris, quien narra todo lo que ocurre en primera persona. Solo sabremos lo que sabe él. Desde el primer momento, todo es extraño: nadie viene a recibirle, encuentra a un científico, Snaut, en una sala en un estado lamentable, todo el lugar está desordenado y sucio. Mantiene una conversación confusa con su compañero y se retira a su habitación. En la estación había tres investigadores: el director, Gibarian, se ha suicidado esa misma manaña. Kelvin no logra que el otro investigador, Sartorius, quiera hablar con él.

Casi inmediatamente Kelvin se da cuenta de que hay presencias o fantasmas. Primero ve a una mujer negra de aspecto prehistórico. Luego se le aparecerá su mujer, Harey, suicidada hace diez años. Al parecer todos tienen esas visiones.

El relato sigue en diferentes situaciones de Kelvin y su mujer, en las que hablan y tratan de perdonarse o de repetir los mismos errores. También asistimos a las explicaciones de las complejidades de la morgfología del planeta Solaris y de cómo los investigadores piensan que todo lo que está sucediendo se debe a esa inteligencia que se ha apoderado de sus mentes, sin que puedan comprender, ni la intención, ni el significado.

_*_

Estoy de acuerdo en que el libro es elegante y está bien escrito. Todo lo que cuenta de Solaris es muy sugerente y se presta de muchísimas interpretaciones, pero en conjunto yo le he encontrado tres explicaciones a la historia.

  1. Lo que se cuenta es literal. Todo pasa tal y cómo está contado.
  2. Es un sueño del protagonista.
  3. Kelvin está en un manicomio.

Primero, como es lógico he aceptado la posibilidad realista. Pero, ya casi desde el principio ya he encontrado elementos que me han hecho dudar.

Kelvin es un científico experto en Solaris que llega por primera vez al planeta y… nunca lo contempla directamente. Siempre lo ve por una ventana. Nunca sale al exterior a mirar. Todo lo que sabe y puede saber lo obtiene a través de la biblioteca. Leyendo. Solo al final del libro sale con un pequeño helicóptero en lo que viene a ser la conclusión.

Cuando la Tierra lograra acceder a un planeta de esas características situado a una enorme distancia tendría que haber pasado cientos de años en el futuro, pero en la descripción de la estación solariana abundan objetos casi decimonónicos. Toda la tecnología es antigua: «matraces y probetas sujetas con mandriles metálicos y taponadas con algodón» (p.36)

La relación con los otros dos investigadores es muy extraña y las pocas conversaciones que mantienen son raras y chocantes, absurdas. Se supone porque todos están sufriendo las mismas alucinaciones, pero Kelvin no ve nunca las presencias de los demás, y en cambio la suya la ven los otros.

Todo esto me llevaba a pensar que Kelvin está en un sueño, ya que en la novela se le dedica mucho espacio al hecho de irse a dormir, soñar, despertarse…  Se supone que la estación tiene una reproducción exacta en la Tierra con la que él está familiarizado, por lo que puede proyectar en sueños vivencias fruto de la tensión por el futuro viaje espacial y del duelo por su esposa muerta. Me recordaba enormemente a “La Invención de Morel”  (1940) de Adolfo Bioy Casares.

Sorprende que en la estación nadie haga nada y sobre todo el protagonista que solamente se pasea por las dependencias sin ningún propósito, ni trabajo a realizar. Cuando sus dos compañeros lo convencen para hacerle un encefalograma y luego otros más, en teoría con la finalidad de conectar su mente con la cosa solariana y romper el vínculo que les hace ver fantasmas, me doy cuenta de que Kelvin está en un manicomio y sus dos compañeros son sus médicos que lo están tratando de su locura y aplicando electroshocks, que logran que deje de ver a su mujer. Bien mirado, todo lo que hemos leído se ajusta perfectamente al caso de la locura del protagonista.  Algo parecido al argumento de «Shutter Island» 2010, Martin Scorsese (novela: Dennis Lehane). Solaris es la paranoia mental compensatoria para evadirse de la culpa del protagonista y al mismo tiempo una metáfora de la mente humana, cuyos misterios todavía no han sido desvelados. Solaris es el propio cerebro de Kelvin que él intenta entender.

Ya sé que es un clásico que cada uno lo interprete a su manera y el libro se presta a ello. Cabe decir que el autor termina el libro como si estuviéramos en el caso 1, pero a mí lo que me cuenta, me lleva al caso 3.

Spacewalker, film 2017

» Spacewalker »

(Vremya Pervyh)

Dmitry Kiselev

Rusia 2017

 

Basada en hechos reales. Carrera espacial rusa. A partir de la historia de los cosmonautas rusos Pavel Belyayev y Alexey Leonov: éste último fue el primero en realizar un paseo espacial.

Como sea que precisamente he visto hace poco lo mismo, pero en relación a la carrera espacial estadounidense y sobre el astronauta Neil Armstrong, «First Man» 2018 (justamente un año después que la rusa y son muy parecidas), es inevitable hacer comparaciones. Lo que llama más la atención es la gran diferencia en el entorno afectivo de cada país. En Estados Unidos vas por libre y casi solo, se percibe una gran soledad personal en todos los ámbitos, incluso en la destrucción familiar. En cambio, en la Unión Soviética y quizá como fruto de la precariedad económica todos están más pendientes unos de los otros y se ofrecen entre sí un tipo de afecto y de tutela afectiva que repercute positivamente en el bienestar mental de los afectados, con lo que también nos sentimos nosotros mucho más próximos a sus problemas. En conjunto la épica y el heroísmo son mucho más eficaces.

Creo que esta aproximación rusa, aparte de la lógica dosis de orgullo patrio, tiene elementos simpáticos que nos acercan positivamente a esas personas, hay, incluso, en ocasiones un tratamiento cómico de las situaciones y en conjunto un rigor razonable reconstructivo de la maquinaria, dispositivos y situaciones.

Neuromante (1984), William Gibson

«Neuromante»

(Neuromancer) 1984

William Gibson (USA 1948)

booket 2012, 317 pp.

-inacabado (100pp)-

No es la primera vez que intento leerlo. Ha sido varias. Nunca he podido. Se me atraviesa enseguida. Esta vez pensaba que lo conseguiría, pero no ha sido posible. Abandono en la página 100 muerta de aburrimiento y con dolor de cabeza.

Lo mejor del libro es la reminiscencia del título Neuromante=Nigromante, y  la primera frase:

«El cielo sobre el puerto tenía el color de una pantalla de televisión sintonizado en un canal muerto»

A partir de aquí ya no hay literatura, sino un encadenado apabullante sin fin de descripciones de lugares, vestimentas, aparatos, etc. de una supuesta modernidad cibernética. Simplemente: no hay historia. Es un coger prestado del género negro en su variante mafia o gangster y repetir la fórmula ultragastada.

propuesta de casting para Ansel Elgort como Henry Dorsett Case

Empieza en un bar tronado que ya es empezar mal. Sigue en la consabida escena de jefecillo mafioso que piensa que está arriba, pero está debajo de otro. Y que le encarga al protagonista venido a mindungui en apuros, porque las drogas son muy malas y robar a tu jefe también, un trabajo mañoso. Ya estoy viendo aquí a Jason Statham, que ya sería como una cosa de calidad, pero no, que tampoco va de peleas, sino de meterse en la Internet profunda de los ochenta, que igual era un pozo sin fondo y necesitamos a un chico más niclis y esmirriao. Podría proponer a Ansel Elgort, en plan desmejorado, ya que necesita un trasplante de páncreas y de hígado.

un joven William Gibson (USA 1948)

Todo esto que no es argumento ni es nada, está hiperinflado de jerigonza informática hasta reventar y parece que pase algo, pero no pasa nada. Y el autor no obliga a imaginar cada tres palabras imágenes nuevas y distintas e imposibles, que tampoco tienen finalidad, están ahí para crear ambiente.

Vale, no me ha gustado nada y me ha molestado un montón por hacerme perder el tiempo de forma miserable. Reconozco que si viera lo mismo en cine (hay un proyecto, pero está en fase de «aparcado») le daría un pase, porque lo visual vendría dado y el acento se podría poner en los personajes. Hacer algo carismático, pero esto no es una película.

La cosa ésta perdurará en los tiempos venideros como la novela que inventó el subgénero del ciberpunk, así que será forever.

Un ascensor al espacio (2017), Kelly y Zach Weinersmith

«Un ascensor al espacio»

__Un viaje fascinante por las innovaciones que marcarán nuestro futuro__

(Soonish: Ten Emerging Technologies That’ll Improve and/or Ruin Everything) 2017

Kelly y Zach Weinersmith

ed. Blackie Books 2018/19, 469 pp.

 

Este no es un libro de ciencia ficción, pero que puede leerse como ciencia ficción. Es de ese género inclasificable de «los científicos explican que hay de verdad o mentira en los libros, series o películas de CF». Lo cual es positivo y negativo, porque a veces quitan toda la ilusión.

Es aquello que ya sabemos que en el espacio no se oye ruido y por lo tanto las batallas espaciales que nos suelen mostrar en las películas son sonoramente falsas o lo de viajar en dos minutos a través de toda la Galaxia… va a ser que no. Bueno, hay bastantes cosas más.

De este tipo de libros suelen aparecer alguno de tanto en tanto y son muy entretenidos, aunque casi siempre vienen a decir lo mismo y es raro, porque se supone que la ciencia avanza cada día que pasa, pero debe de avanzar poco.

Los autores de este texto son un matrimonio muy enrollado y simpático. Estadounidenses. Ella profesora de biociencia en la Universidad en Texas, él dibujante de viñetas gráficas. Se han propuesto que el libro sea atractivo para los más jóvenes y usan un lenguaje con inclusiones muy campechanas (tiene mérito el traductor=Pablo Alvárez Ellacuria).

El contenido es el siguiente para hacerse una idea:

1_Introducción
Sección I
El universo, de aquí a nada
2_Acceso al espacio a bajo coste. Hay que ver lo cara que sale la última frontera
3_La explotación minera de los asteroides. Cómo rebuscar en las canteras del sistema solar.
Sección 2
La materia, de aquí a nada
4_Energía de fusión. Mola que sea la fuente de energía del Sol, pero ¿me vale para encender la tostadora?
5_Materia programable ¿Y si todas vuestras cosas pudiesen ser cualquiera de vuestras cosas?
6_Construcción robotizada ¡Constrúyeme una sala de juegos, mi metálico sirviente!
7_Realidad aumentada ¿Y si en vez de reparar la realidad…?
8_Biología sintética. Pues… como Frankenstein, solo que el monstruo se pasa el libro entero creando medicamentos y aplicaciones industriales como un bendito.
Sección 3
Vosotros, de aquí a nada
9_Medicina de precisión. Un enfoque estadístico de TODOS los problemas que tiene uno específicamente.
10_Bioimpresión. ¿Por que parar al séptimo margarita si podemos imprimirnos un hígado nuevo?
11_Interfaces cerebro-ordenador. Porque tras cuatro mil millones de años de evolución seguimos sin recordar dónde hemos dejado las llaves.
12_Conclusión. De aquí a un poquito más (el cementerio de los capítulos perdidos).

El libro esta bastante ilustrado (en blanco y negro) y se acompaña de una abundante bibliografía, así como de índice onomástico, lo cual, es de agradecer.